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El atajo

por Onslow
Keith tarareaba suavemente para si mientras trotaba a casa. El disco en su bolsillo hacía que el riesgo de llegar tarde valiera la pena, y mientras nada lo detuviera, llegaría a casa con tiempo de sobra. Tenia su ruta perfectamente cronometrada en su mente. De la casa de Jodie a la de su madre hacía, al menos, quince minutos, pero con el atajo a través de la vieja casa en Valory Road, y a lo largo del canal, podía reducirlo a menos de diez, lo que le daba suficiente tiempo para llegar a casa antes de su hora límite. Ni siquiera el latoso de su padre podría protestar si llegaba antes de la hora, y siempre tenía su reloj adelantado dos minutos, solo por si acaso.
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Keith, que empezaba a sudar por el ritmo que llevaba, dio la vuelta hacia Valory Road y se dirigió directamente a la cerca medio caída de la vieja casa. Saltó automáticamente, sin notar ni fijarse en la gran etiqueta de VENDIDA que había sido pegada en el maltratado anuncio de venta, ni ver al hombre joven en los escalones de la entrada hasta que llegó a la mitad del descuidado jardín.
"¡Hey!", el grito proveniente de la casa tomó a Keith por sorpresa, "¿Qué crees que estás haciendo aquí?"
Keith, sobresaltado, se quedó mirando fijamente a la elegantemente vestida figura parada en la escalera, junto a la puerta abierta del ruinoso lugar. Por un momento solo pudo mirar sorprendido a la incongruente figura.
"¡No puedes correr así como así por los jardines de otras personas!"
Del interior de la casa otra voz llamó, femenina pero muy aguda, semejante al arrastrar de uñas en un pizarrón.
"¿Dijiste algo, John?"
El hombre tiró su cigarrillo y empezó a moverse hacia Keith.
Keith saltó a la acción, corriendo las pocas yardas restantes hasta la cerca trasera y deslizándose apresuradamente a través de una abertura donde una de las tablillas de madera se había desprendido del riel. Torció junto al canal y corrió, la cabeza baja, el pecho hinchándose y el corazón bombeando apresuradamente. Después de unas cien yardas se arriesgó y atisbó atrás, y vio que el hombre no lo seguía. Disminuyó su paso y finalmente se detuvo, mirando atrás. El hombre siguió sin moverse, permaneciendo ahí, la boca abierta y sus puños en las caderas. Lenta, deliberadamente, Keith levantó el dedo en el gesto universal.
"¡Siéntate ahí y meneate!"
Sonrió y se volvió para correr el resto del camino hacia el puente del canal.
Fuera de la vista de Keith, el hombre se enderezó, sorprendido, y luego rió. Detrás de el, su esposa llamó otra vez.
"Nada, querida." El replicó. "Solo un chico usando el jardín como atajo."
"Bueno. Mejor que no lo intente otra vez, esta es nuestra casa ahora y no quiero vagos en este lugar."
"No creo que vaya a volver." Rió el hombre. "Creo que realmente le dimos un gran susto. No creo que sepa que el lugar se vendió."
Keith llegó a casa a tiempo. Caminaba, imperturbable, en la vereda del jardín, justo cuando su enfurecido padrastro abría la puerta para gritarle.
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Pasaron dos semanas antes que Keith regresara para pasar el fin de semana en la casa de su madre. En la semana intermedia, su padrastro había llevado a su madre a la costa en un viaje de fin de semana, dejando perfectamente claro que era un viaje solamente para los dos, siendo Keith no bienvenido. Keith había reído y declarado que, de cualquier manera, el preferiría pasar el tiempo con sus amigos. El rápidamente ocultado dolor en la cara de su madre había puesto a Keith de mal humor por el resto del día resultando, eventualmente, en palabras ásperas y una llorosa retirada.
Mas tarde, en su cuarto, Keith sintió pena por haber herido a su madre, y lamentó las palabras que había dicho. A el le hubiera encantado acompañarlos en el viaje, pero nunca podría forzarse a admitirlo ante su padrastro. Keith había estado en la costa antes, hacia muchos años, con su padre real.
El recordaba la sensación de la arena seca en sus pies. Recordaba la tibia humedad de el océano. Recordaba haber jugado a la pelota con su padre. Recordaba...
Keith se tendió en la cama, las manos detrás de su cabeza, mirando al vacío, y trató de recordar a su padre. Recordaba la pelota, roja y grande, rebotando hacia el. Trató de recordar a su padre. Recordaba perseguir a la pelota, atraparla, haberla estrechado, llenándole los brazos. Recordaba haberla botado lejos de el, casi hacia su padre. Trató de recordar.
"Keith, la cena."
Trató de recordar.
"Keith, ahora."
Trató.
"¡Keith!".
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Los malos sentimientos del pleito de hacia dos semanas todavía se sentían en la casa cuando volvió, y había sido difícil convencer a su padrastro para que lo dejara salir otra vez. Pero Keith había prometido a Jody que le devolveria el disco tan rápido como fuera posible, y eso en realidad había sido la semana anterior. Fue con gran persistencia y razonamientos ingeniosos como finalmente pudo salirse con la suya, y eso solo con la amenaza de terribles represalias si volvía tan solo medio minuto tarde. Con esto en mente y sabiendo que ya no podría usar su atajo, dejo abundante tiempo para el viaje de regreso, inclusive dejando pasar la oportunidad de probar algunos de los nuevos juegos de Jodie, una herejía para ambos. Con tiempo de sobra, decidió usar la ruta de Valorie Road y ver que había pasado con la vieja casa.
Tan pronto paso la esquina del camino supo que los nuevos dueños de la casa iban en serio. Habían pasado apenas dos semanas desde que habían comprado la propiedad, (o al menos desde la primera vez que los vio allí), pero el cambio era ya notable. El una vez descuidado jardín ahora estaba limpio y ordenado, tierra desnuda marcaba los bordes donde antes había una masa de malas hierbas, y la crecida pradera que una vez se había esparcido por todos lados, había sido milagrosamente reemplazada por un césped suave y bien cortado. Las podridas puertas y ventanas habían sido reemplazadas por relucientes nuevas unidades y la obra de ladrillo estaba medio escondida por un andamio de brillante metal. Aun la basura de los constructores estaba en bolsas apiladas ordenadamente en el camino de entrada. Keith caminó lentamente a lo largo de la brillantemente pintada cerca. Estaba impresionado.
Antes de que Keith pasara siquiera la mitad de la casa, la puerta se abrió y el hombre salio. Era obviamente el mismo hombre, aunque ahora vestido con viejos jeans manchados de pintura y suéter, cargando una repleta bolsa negra de basura. Keith se quedo helado pero el hombre apenas reconoció su presencia y volvió al interior de la casa. Entonces el hombre se detuvo, ladeo la cabeza como pensando y se volvió hacia Keith.
"Oye tu, chico. ¿Vives por aquí?"
Por un momento Keith casi cayo en pánico, aunque pudo calmarse. Después de todo era difícil que el hombre lo hubiera reconocido por aquella fugaz mirada que había tenido dos semanas atrás. Ademas, ¿que podría hacer si lo hubiera reconocido? Keith no sabia que la casa había sido vendida.
"¿Si? ¿Que?"
"¿Vives por aquí?"
Keith se relajó. En eso podría ser completamente honesto.
"No."
"¿No?"
Keith se mantuvo en silencio, mirando al hombre.
Era obvio que el hombre era rico. Aun sus ropas de trabajo, aparte de las manchas de pintura, eran mejores que algunas de las mejores de Keith, y tenia el bronceado caro que Keith solo había visto antes en las revistas. Era obvio, también, por la manera en que mantenía alejada de el la bolsa que sostenía y por la suave piel de sus manos, que no estaba acostumbrado al trabajo físico.
"¿De donde eres, entonces?"
"Vivo en el otro lado de la ciudad."
"Entonces, ¿qué estás haciendo por aquí?"
"De visita, nada mas. ¿Por que quiere saberlo? ¿Me toma por alguien o algo?"
"Solo me preguntaba si tal vez estuviste de "visita" aqui hace dos semanas."
Keith se enderezó.
"No. Vengo por primera vez."
"¿Entonces no sabes nada acerca del chico que corrió a través de mi propiedad, mas o menos a esta hora hace dos semanas?"
"Lo siento, señor, no se nada."
"Nada, eh. "¿Estás seguro?"
"Estoy seguro. ¿Ya puedo irme?"
El hombre hizo una pausa por un segundo.
"Seguro, pero si oyes cualquier cosa acerca de un chico corriendo a través de la propiedad, dile que no lo haga otra vez. ¿Me oyes?"
Keith solo se dio la vuelta y se alejó. A medio camino se dio la vuelta y miro atrás. El hombre estaba parado junto a la cerca, los brazos cruzados y el ceño fruncido, vigilando a Keith.
"Como se atreve." Keith se dijo a si mismo. "¿Que piensa que voy a hacer? ¿Meterme y correr justo enfrente de el?"
Keith siguió caminando un poco mas y luego torció en una esquina, con una furia creciente ensombreciendo su cara. Espero unos minutos y entonces miro atrás. El hombre se había ido, presumiblemente de vuelta dentro de la casa.
Keith pensó por un momento y volvió atrás, caminando a hurtadillas camino arriba hacia la casa.
Cuando Keith alcanzó la cerca, con el hombre todavía sin aparecer, corrió para tomar impulso y saltó, pasando sobre la cerca, cayendo y corriendo a través del jardín. Casi había alcanzado el agujero en la cerca trasera cuando oyó, de pronto, un grito detrás de el.
"¡Oye tu, bicho descarado!"
Keith se volvió, sonriendo e hizo un rápido saludo con el dedo, antes de deslizarse a través del agujero en la cerca y correr por la vereda del canal tan rápido como sus piernas podían hacerlo.
"¡Sucio, maldito bicho descarado!" Maldijo el hombre.
"¿John? ¿Que pasa?" Llamó su esposa desde adentro de la casa.
"¡Ese maldito niño otra vez!"
"¡Oh, no! No lo aguantare. Quiero que llames a la policía la próxima vez."
"No es necesario, lo agarrare la próxima vez. Solo dame el martillo y una pieza de madera. Podrá entrar, pero maldita sea, no podrá volver a salir!"